Plásticos se filtran en zonas agrícolas, alimentos y luego en el cuerpo humano. ¿Se pueden detener?

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ARCHIVO - Voluntarios de la organizacin ambiental Alexandra Water Warriors realizan tareas de limpieza en el ro Juksei, en el corazn del municipio de Alexandra, en las afueras de Johannesburgo, Sudfrica, el 27 de noviembre de 2024. (AP Foto/Jerome Delay, archivo)

KAMPALA – En el distrito de Mbale, en Uganda, famoso por su producción de café arábica, una plaga de bolsas de plástico —conocidas localmente como buveera— se extiende más allá de la ciudad.

Es un problema que ha plagado desde hace mucho tiempo al paisaje de Kampala, la capital, donde las buveera forman parte integral de la vida cotidiana. Aparecen en capas de caminos de tierra excavados y obstruyen los cursos de agua. Pero ahora también se les encuentra en zonas agrícolas remotas. Parte de los desechos incluyen las bolsas de plástico gruesas utilizadas para plantar semillas de café en los viveros.

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Algunos agricultores se quejan, dijo Wilson Watira, director de una junta cultural del pueblo cafetalero bamasaba.

“Están preocupados —los agricultores que conocen los efectos de la buveera en la tierra”, declaró.

En todo el mundo, los plásticos se filtran en los campos de cultivo. El cambio climático hace que el uso de plásticos agrícolas, que ya es una necesidad para muchos cultivos, sea aún más inevitable para muchos agricultores. Mientras tanto, las investigaciones demuestran una y otra vez que diminutos microplásticos alteran los ecosistemas y acaban en el cuerpo humano. Científicos, agricultores y consumidores se preocupan por cómo esto afecta a la salud humana, y hay quienes buscan soluciones. No obstante, los expertos del sector afirman que es difícil saber a dónde va a parar el plástico o eliminarlo por completo, incluso con las mejores intenciones de implementar programas de reutilización y reciclaje.

Según un informe de 2021 sobre los plásticos en la agricultura, elaborado por la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), el suelo es uno de los principales receptores de plásticos agrícolas. Algunos estudios han estimado que los suelos están más contaminados por microplásticos que los océanos.

“Estas cosas se liberan a una escala tan, tan enorme que se van a requerir importantes soluciones de ingeniería”, advirtió Sarah Zack, especialista en contaminantes de los Grandes Lagos del programa Sea Grant de Illinois-Indiana —un programa de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés)—, quien informa al público sobre microplásticos.

Por qué los investigadores quieren estudiar los plásticos en los campos agrícolas

Las micropartículas de plástico provenientes de artículos como ropa, medicamentos y productos de belleza a veces aparecen en fertilizantes elaborados a partir de subproductos sólidos del tratamiento de aguas residuales —llamados biosólidos—, que además pueden ser malolientes y tóxicos para los residentes que viven cerca, según el proceso de tratamiento utilizado. Algunas semillas están recubiertas con polímeros plásticos diseñados para desintegrarse estratégicamente en el momento adecuado de la temporada, otros se utilizan en contenedores para pesticidas o se extienden sobre los campos para retener la humedad.

No obstante, la industria agrícola en sí misma sólo representa poco más del 3% de todos los plásticos utilizados a nivel mundial. Alrededor del 40% de ellos se emplean en envases —que incluyen envases de plástico de un solo uso para alimentos y bebidas.

Los microplásticos, que la NOAA define como aquellos con una longitud inferior a 5 milímetros, tienen un tamaño máximo de aproximadamente la goma de borrar de un lápiz. Algunos son mucho más pequeños.

Las investigaciones científicas ya han demostrado que los microplásticos pueden ser absorbidos por las plantas terrestres o el plancton en el océano y posteriormente ingeridos por animales o humanos. Los científicos aún estudian los efectos a largo plazo del plástico encontrado en los órganos humanos, pero los primeros hallazgos sugieren posibles vínculos con diversas condiciones de salud que incluyen enfermedades cardíacas y algunos tipos de cáncer.

A pesar de las “lagunas significativas en la investigación”, la evidencia relacionada con la cadena alimentaria terrestre “ciertamente produce alarma”, dijo Lev Neretin, responsable de medio ambiente en la FAO, quien actualmente trabaja en otro informe técnico que estudia más a profundidad el problema de la contaminación por microplásticos en suelos y cultivos.

Una investigación publicada este mes en la revista científica Proceedings of the National Academy of Sciences (Registros de la Academia Nacional de Ciencias) encontró que la contaminación por microplásticos puede afectar incluso la capacidad de las plantas para realizar la fotosíntesis —el proceso mediante el cual convierten la luz del Sol en energía.

Esto no “justifica una preocupación excesiva”, pero sí “subraya riesgos para la seguridad alimentaria que requieren atención científica”, escribió Fei Dang, una de las 17 autoras del estudio.

Cambio climático agrava situación

El uso de plásticos se ha cuadruplicado en los últimos 30 años. El plástico es omnipresente. La mayor parte del plástico del mundo termina en vertederos, contamina el medio ambiente o es incinerado. Menos del 10% de los plásticos se recicla.

Al mismo tiempo, algunos agricultores dependen cada vez más de los plásticos para proteger sus cultivos de los efectos del clima extremo. Utilizan lonas, túneles altos —invernaderos de arco muy sencillos— y otras tecnologías para intentar controlar las condiciones de sus cultivos. Y dependen cada vez más de productos químicos como pesticidas y fertilizantes para protegerse del tiempo impredecible y de plagas cada vez más extendidas.

“Debido al calentamiento global, tenemos cada vez menos y menos tierra cultivable donde crecer plantíos. Pero necesitamos más cultivos. Por lo tanto, la demanda de productos químicos agrícolas aumenta”, dijo Ole Rosgaard, presidente y director general de Greif, una empresa que fabrica envases para productos agrícolas industriales como pesticidas y otros productos químicos.

El clima extremo, impulsado por el cambio climático, también contribuye a la descomposición y el transporte de plásticos agrícolas. El Sol fuerte desgasta los materiales con el tiempo. Y eventos de lluvia más frecuentes e intensos en algunas áreas podrían arrastrar más partículas de plástico hacia los campos y, eventualmente, a los cuerpos de agua, explicó Maryam Salehi, profesora asociada de ingeniería civil y ambiental en la Universidad de Missouri.

¿Puede la agricultura escapar del problema del plástico?

El invierno pasado, líderes de todo el mundo se reunieron en Corea del Sur para elaborar el primer tratado mundial legalmente vinculante sobre la contaminación por plásticos. No alcanzaron un acuerdo —pero está programado que las negociaciones se reanuden en agosto.

Neretin dijo que la FAO elaboró un código de conducta provisional y voluntario sobre la gestión sostenible de los plásticos en la agricultura. Pero sin un tratado formal, la mayoría de los países no tienen un incentivo sólido para seguirlo.

“El ambiente no es muy alentador, eso es seguro”, refirió, y añadió que la cooperación mundial “toma tiempo, aunque el problema no desaparece”.

Sin voluntad política, gran parte de la responsabilidad recae en las empresas.

Rosgaard, de Greif, afirmó que su empresa ha trabajado para que sus productos sean reciclables y que los agricultores tienen incentivos para devolverlos porque reciben un pago a cambio. Pero añadió que a veces es difícil evitar que la gente solo queme el plástico o lo deje en los campos o los cuerpos de agua.

“Simplemente no siempre sabemos siempre a dónde va a parar”, reportó.

Algunos quieren detener el flujo de residuos plásticos y microplásticos hacia los ecosistemas. Boluwatife Olubusoye, candidato a doctorado en la Universidad de Mississippi, intenta comprobar si el biocarbón —restos de materia orgánica y residuos vegetales quemados en condiciones controladas—, puede filtrar los microplásticos que viajan desde los campos agrícolas hasta los cuerpos de agua. Sus primeros experimentos han resultado prometedores.

Explicó que le motiva la sensación de que, para empezar, “nunca había una solución oportuna para el problema de los residuos plásticos” que terminaban en los campos, especialmente en los países en desarrollo.

Incluso para los agricultores preocupados por los plásticos en los suelos, puede resultar un desafío hacer algo al respecto. En Uganda, los propietarios de viveros no pueden permitirse bandejas adecuadas para las plántulas, por lo que recurren a bolsas de plástico baratas para germinar las semillas, explicó Jacob Ogola, un agrónomo independiente de allá.

Los agricultores más afectados por el cambio climático son los que menos pueden reducir la presencia de residuos plásticos baratos en los suelos. Esto frustra a Innocent Piloya, una emprendedora agroecológica quien cultiva café en zonas rurales de Uganda con su empresa Ribbo Coffee.

“Es como que pequeños agricultores luchan contra fabricantes de plástico”, dijo.

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Walling reportó desde Chicago.

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