Con alegría por la próxima canonización de sus primeros santos, fieles de Venezuela visitan templos

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Fieles llevan una carroza con una estatua de Jesucristo, frente a un cartel del fallecido expresidente Hugo Chvez, durante la procesin de Semana Santa del Nazareno de San Pablo en Caracas, Venezuela, el mircoles 16 de abril de 2025. (AP Foto/Ariana Cubillos)

CARACAS – La tradición de visitar siete templos el Jueves Santo se dio esta vez en Venezuela en un ambiente de júbilo por la expectativa de los fieles ante la próxima canonización de los dos primeros santos nacidos en este país sudamericano.

“Desde que tengo uso de razón venía con mis padres y ahora vengo con mis hijos a visitar los siete templos para agradecer a Dios. Este año tengo la alegría de saber que tenemos nuestros primeros santos", dijo Ana María Jiménez, de 35 años, bañada en sudor luego de recorrer caminando las primeras cinco inglesias bajo un sol abrasador.

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Los fieles acudieron masivamente desde las priermas horas de la mañana, algunos vestidos con una túnica de color púrpura y portando una cruz.

La Madre Carmen Rendiles, educadora y fundadora de la Congregación de las Siervas de Jesús en Venezuela, y José Gregorio Hernández, un laico que ya era venerado por millones de venezolanos como el “médico de los pobres”, serán proclamados santos por decisión del papa Francisco. Aún no se ha fijado la fecha de la canonización.

“Es una Semana Santa especial, nuestros santos nos acompañan, nos animan en momentos difíciles en los que sufrimos muchas necesidades”, comentó Daniel Trías, un comerciante de 41 años que portaba una estatuilla del médico venezolano en su recorrido por las iglesias.

El sumo pontífice autorizó el 28 marzo al Dicasterio para las Causas de los Santos promulgar un decreto en el que se comprueba “un segundo milagro de Dios” por intercesión de la beata Carmen, que era el último paso para que alcance la consideración de santa.

Rendiles, nacida el 11 de agosto de 1903 y fallecida el 9 de mayo de 1977, se inició en el noviciado a los 24 años con el nombre de María Carmen. Quiso ser maestra, pero ese sueño se vio frustrado tras ser estigmatizada por haber nacido sin su brazo izquierdo.

Aunque menos conocida que Hernández, su proceso para la canonización inició el 9 de marzo de 1995. En junio de 2018 el papa Francisco declaró a la madre Carmen la tercera beata de Venezuela tras curar milagrosamente tres años antes a una joven diagnosticada con un tipo de hidrocefalia, una afección en la que el líquido cefalorraquídeo se acumula en el cerebro.

El papa Francisco, en tanto, hizo lo propio el 25 de febrero al autorizar la canonización del beato doctor José Gregorio, “reconociendo su vida de santidad, acompañada de una devoción universal, que hoy le permite ser elevado al altar”. Las otras tres beatas, incluida Rendiles, son mujeres que formaban parte de órdenes religiosas.

Entre los más de 10.000 santos reconocidos por la Iglesia católica, figuran menos de un centenar de laicos.

El ascenso a los altares de Hernández, nacido el 26 de octubre de 1864, estuvo lleno de obstáculos, pero en el corazón de los venezolanos ya era un “santo”. En 1986 el Vaticano lo había declarado “venerable”, lo que significa que llevó una vida cristiana ejemplar.

El proceso contó con el apoyo de la Iglesia católica venezolana desde 1949, tres décadas después de su muerte. El hombre fue un prestigioso científico y profesor universitario que se distinguió por sus obras en favor de la comunidad. Fundó dos instituciones de investigación y varias cátedras de Medicina en la Universidad Central de Venezuela, la más antigua y grande del país.

Hernández nunca se casó. Graduado de médico en Caracas en 1888, viajó a Europa para estudiar y convertirse en monje católico, pero su frágil salud no le permitió soportar el clima frío y húmedo. Retornó a Venezuela pocos meses después para recuperarse y aunque posteriormente volvió a viajar a ese continente, nuevamente enfermó. Al volver a casa lo hizo cargado de equipos y conocimientos médicos avanzados.

El 29 de junio de 1919 falleció a los 54 años tras ser atropellado cuando cruzaba una calle después de retirar unos medicamentos en una farmacia para llevarlos a una anciana pobre. Se estima que unas 20.000 personas participaron en su procesión fúnebre, cerca de una cuarta parte de la entonces población de Caracas.

Desde entonces la veneración por él no ha dejado de crecer, incluso fuera de las fronteras de Venezuela. Su culto se ha extendido a España, Portugal, Italia, Colombia y otras naciones a las que llegó por intermedio de inmigrantes que vivieron en Venezuela.


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